Epílogo
Lo tenía
a tiro, sólo tenía que disparar. Recalibró la flecha y tensó la cuerda de nuevo:
Todas las precauciones eran pocas. Miró a su derecha y a su izquierda, y
retornó la vista al blanco. Era ahora o nunca, no volvería tener una oportunidad como esa. Alargó el
brazo derecho todo lo que pudo y comenzó a levantar las yemas de los dedos.
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